Día 79.

Café negro para despertar, un par barritas de trigo integral con mermelada para el azúcar, modem inalámbrico instalado en una nueva locación, música de los Dresden Dolls. Inhalar profundo, visualizar que sé lo que hago.

Adelante.

Uno de los axiomas para escribir es que uno debe de hacerlo de las cosas que sabe. Hoy es el día internacional de la mujer, por lo que procedo a meterme en camisa de once varas. Antes de tocar un tema procuro ordenar mis ideas, investigar datos que no desconozco o no recuerdo, si conozco a alguien que sepa del asunto le pregunto, pido opiniones al azar o de plano me aviento de cabeza confiando que saldrá bien. Creo que he hecho todo eso a lo largo de mi vida por lo categóricamente puedo afirmar que del sexo femenino sé muy poco y lo que conozco tiene altas posibilidades de ser erróneo. Caminemos entonces sobre cascaras de huevo, procurando romper varias.

Dentro de las cosas que he aprendido, es que el movimiento social de mayor importancia del siglo XX ha sido la lucha por los derechos de la mujer (que no la liberación femenina). Pues mientras cada cultura subyugada peleaba por su independencia de otros países, contra el racismo, la esclavitud, o la propia supervivencia, en el interior de las sociedades se practicaba, como desde miles de años atrás, la discriminación contra la mitad la población. Cada una a su manera, cada manera bajo el mismo esquema: la mujer esta para servir al hombre. A la fecha, en muchos lugares las cosas no han cambiado, no solo en lugares remotos como Teherán, medio-cercanos como Ciudad Juárez, sino tan cercanos como la casa del vecino. O la propia. Se espera que desde niña una mujer se comporte de cierta manera a lo largo de su existencia, cosa de lo que se van a encargar de recordarle su familia, sus amistades, sus maestros pero especialmente, otras mujeres.

El día internacional de la mujer trabajadora, como se le conocía originalmente, se creó para celebrar los logros del sexo femenino dentro de lo económico, social y político, asuntos que llevan 100 años tratándose, en donde por cierto, los avances aquí son pocos. En lo económico, una mujer suele seguir ganando menos que un hombre, a pesar que existen leyes para regular eso; en lo social, la lucha por los derechos reproductivos es una papa caliente en donde siempre se llega a la conclusión de «sí, pero no»; en lo político, tan sencillo como tratar de recordar el nombre de cinco mujeres dentro de ese ambiente.

Pero recuerdo sin problema cinco marcas de cigarros.

Las figuras históricas femeninas suelen tenerse en cuenta por su relación con hombres, ya sea como compañeras, madres, amantes, enemigas:  Cleopatra con Marco Antonio y Julio Cesar; La malinche con Hernán Cortes por siempre catalogada como la chingada; Josefa Ortiz de Domínguez que al ser esposa del corregidor es La corregidora; no se menciona a Marie Curie sin Pierre Curie. Si son personajes fuertes, tiene algún defecto por lo que son así. Nadie hubiera considerado loca a Jeanne d’Arc a por creer que Dios la eligió para salvar a Francia si hubiera sido hombre; cuando se habla de Juana de Asbaje siempre sale la cuestión de porqué se hizo monja si era bella, inteligente y con pretendientes; Catalina II de Rusia es recordada como una mujer despiadada en una época en que era la norma gobernar así. Virginia Woolf es recordada como una escritora muy famosa que se suicidó aventándose al rio con piedras atadas al cuello, pero nadie sabe siquiera el nombre de sus libros. Si son personajes ficticios, les suele ir mal por no obedecer o son salvadas por un hombre: Caperucita roja se desvía en el bosque, lo que le asegura su destrucción a menos que sea la versión en donde es rescatada por un leñador; la mujer de Lot se convierte en sal por voltear a ver la destrucción; la belleza de Helena de Troya desata una guerra entre hombres por su posesión; no hay princesas sin príncipe azul. 

La idea de que hombres y mujeres somos iguales me confunde. Empatar en un concepto a dos seres disímbolos, es darle una mano de pintura a un problema que está oxidado desde su base, pretendiendo pasar de una separación completa a una unificación sin puntos medios, confundiendo equidad con igualdad. Por otro lado, el concepto de desigualdad entre sexos lo tenemos bien mascado, arraigada en sistemas sociales que se arraigan en variaciones de cazadores y recolectoras, en donde lado uno no debe de inmiscuirse en el otro, como si esto no fuera una parte normal de la vida, con madres haciendo el papel de proveedoras desde que el mundo es mundo.

¿Qué se celebra entonces el día de la mujer? Nada. No es una celebración, es un recordatorio constante que hay un largo camino y sinuoso que recorrer, en donde todavía no se llega un consenso de cuál es el destino. Quizá un punto de inicio es dejar de lado la creencia que una mujer en un barco es de mala suerte.

«And I’m not gonna live my life on one side of an ampersand».