Día 186.

Continuando con la saga de la construcción de la caja (si, van a ser varios posts, no, no sé cuántos). Es de noche, hace frío y las lluvias no son divertidas. Espero que siga lloviendo, en realidad me encanta, pero no con frío.

Una parte importante de los hobbies, es hacerlos propios.

Conozco varias personas que me cuentan que no tienen ninguno, las cuales, suelen ser personas que no son muy interesantes para platicar. Recuerdo en particular una chica en la universidad que solo estudiaba, todo el día. Hacía todo lo que le pedían en la escuela y ante la pregunta de qué hacía en el tiempo libre, respondía con voz bajita «nada». Solo se encargaba de la limpieza de su casa, no salía con amigas, no tenía novio, a veces veía tele, pero solo los canales aéreos, pues vivía sola. No resultaba aburrida nomas porque nadie se enteraba de su existencia. Era un fantasma cuyo nombre ya no recuerdo.

El tener un hobby implica tener que aprender habilidades nuevas o perfeccionar las ya existentes. Cualquiera que coleccione música, aprende a encontrar nuevos ritmos, tonos, artistas que le gusten, aprende a ser crítico con lo que escucha y a no dejarse engatusar con música prefabricada; los practicantes de deportes como el tenis (digamos frontenis mejor) sabe que llega un punto en el que necesita hacer ejercicios diferentes para mejorar ese pequeño movimiento con la muñeca que casi nadie nota; quien quiera ponerse tatuajes, sabe que necesita observar diseños en revistas, en vivo y buscar alguien que entienda lo que se quiere dibujar en la piel.

El mantener un hobby necesita tarde a temprano socialización. Uno no se viste como rapero, se compra tenis Nike edición especial para raperos, escucha hip hop setentero con la intención de no estar con otros raperos. Nada más triste que mantener un estilo de vida que conlleva ser un nerd ermitaño al que nadie le interesa lo que hace.

Todo hobby conlleva gastar dinero. Desde coleccionar piedras, llega un punto en que hay que gastar para ir a nuevos lugares con nuevas piedras y en maneras de conservarlas. Podrá argumentase que esto no es un requisito, que se puede mantener un pasatiempo sin gastar dinero (que es el argumento de quien no practica uno en particular), conformándose con lo que se tiene, lo cual, a pesar de ser muy loable, zen y hasta practica de un buen cristiano, resulta insatisfactorio. No es necesario gastar cantidades exageradas, después de todo parte del asunto es el avanzar a un ritmo: no genera mucha satisfacción comprar una colección entera de libros si estos no van a ser leídos.

Por último, entra la especialización.

Ya que se ha pasado un cierto punto en que un hobby ha sido aprendido, se busca dominarlo en algún aspecto. Por ejemplo, un jugador de ajedrez llega al punto en que ha aprendido jugadas básicas, derrotado a sus oponentes locales, que es aquí donde le quedan dos caminos: seguir el camino del ajedrecista que estudia, genera nuevas jugadas y busca otros ajedrecistas experimentados para competir, o, decide que se encuentra confortable con haber aprendido el juego. Cualquiera de los dos caminos es válido a mi gusto, después de todo lo importante disfrutar lo que se hace. Cuando esto no sucede es cuando se convierte en trabajo, visto este bíblicamente de la manera que le fue impuesto a Adán.

Por mi parte (regresando a la caja de Arkham) en este punto, compré dos tipos de papel y un poco de foamy para comenzar a probar opciones. Todavía no estoy seguro en lo que me estoy metiendo, pero no hay manera de terminar en un fin de semana. Quizá tres días.

Gastos hasta este momento, $30.00 pesos.

«Anata no shumi wa nan desu ka?»

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