Hoy es la noche de brujas. Bueno, en realidad la segunda noche.
La primera fue entre el 30 de abril y el 1 de mayo, que es el Walpurgis, fecha propicia para hacer pactos con el diablo. La noche de hoy no es exclusiva para las brujas, también entran monstruos, fantasmas, demonios, muertos, espíritus paganos y santos. Uno de los participantes no es como lo otros.
De mis mejores recuerdos de niño, es salir a pedir dulces de puerta en puerta pidiendo Halloween, creo que la primera vez que participé tenía 6 o 7 años, acababa de cambiarme de casa y aún no tenía amigos. Recuerdo que llegó un grupo de niños a pedir a mi casa y mi madre les dijo que si podía yo acompañarlos, lo cual aceptaron; salí disfrazado del Hombre Araña, hasta contaba con unos tenis que hacían juego. El líder del grupo era una chulada de bato que me abría paso de los demás niños más grandes para que alcanzara dulces en las casas donde pedíamos. También recuerdo que se enfrentó contra unos niños más grandes que no estaban pidiendo y lo empujaron. Lo hicieron que soltará un par de lágrimas, pero no se rajó y seguimos pidiendo casa por casa mientras oscurecía. Llegamos a un salón de fiestas donde estaban unos dones tomando, pedimos Halloween pero uno de ellos nos dijo que no nos daba a menos que alguno de nosotros supiera como se debía pedir en México. Yo no sabía, pero uno de los otros niños sí. «Queremos calaveritas», fue la respuesta. El don quedo satisfecho con la respuesta y nos repartió una generosa cantidad de dinero. No recuerdo cuanto fuera pero es casi seguro que fue la primera vez que tuve tanto efectivo. Gran noche.
Ya para el siguiente año y subsecuentes, salía regularmente a pedir Halloween, ya fuera en mi colonia o en otra en donde una prima celebraba su cumpleaños con una fiesta de disfraces el mismo día. Siempre me maravillaban los disfraces de los otros niños: de brujas, de diablos y fantasmas. Mi tía nos repartía dulces, pastel y unas tortas calientes pequeñas y después nos acompañaba a pedir con los vecinos. En otros años, salía con mis amigos de la colonia. Recuerdo que en una ocasión recortamos mascaras de papel que regalaban en los comics del Hombre Araña, creo que llevábamos dos mascaras del Hombre Araña y una de Hulk y la ropa era la misma que traíamos de diario. Debimos de recibir una buena dotación ese año, pues comenzamos temprano, aunque creo que la mamá de uno de nosotros se preocupó e hizo que se metiera temprano a casa. A diferencia de ahora, en aquel tiempo casi no existía el miedo a que los niños anduvieran solos en la calle y se confiaba en que nos cuidábamos unos a otros. Nunca nos pasó nada por salir a pedir dulces, creo que lo más bizarro fue un tipo ebrio que a huevo quería convencernos que jugáramos con sus hijos Stop en la calle.
En algún punto eso cambió, entró una paranoia colectiva de robachicos, que les iban a vender droga, hasta dar dulces envenenados. Ya para cuando era adolescente hubo años en que los niños dejaron de salir por completo a pedir, ni siquiera acompañados por sus padres. De repente la gente se asustó por monstruos reales a pesar de no existir. Nunca leí o vi noticias de ningún niño secuestrado por pedir Halloween. Tengo mis sospechas de quienes causaron este pánico fueron los santos que nadie invito a la fiesta.
Como sea, desde hace ya un tiempo, los niños volvieron a las calles en tropel. La mayoría acompañado por adultos, con disfraces nuevos, lo cual me alegra. Creo que es una tradición que todo niño debería vivir: el ponerse una máscara, fingir ser un ser de ultratumba y dar rienda suelta a su capacidad de pedir golosinas…. y hacer una que otra travesura. Tengo también sospecha, que a partir de que se desató el peligro real en la ciudad en forma de violencia, la gente se dio cuenta que es ridículo esconderse de enemigos invisibles y dejo de preocuparse por ellos. O quizá tan solo sea que los niños que pedían Halloween hace un par de décadas ahora llevan a sus hijos. Como sea, existe otra buena razón por la cual pedir calaveritas: México es el único país en donde siendo niño se puede pedir el día 31 y el 1 de noviembre.
Y si se es atrevido, hasta el día 2.
«I remember Halloween».